El periodista y politólogo Álvaro
Vargas Llosa escribió una extensa carta dirigida al Ministerio de Relaciones
Exteriores peruano en el que llama a la reflexión tras el fin de los alegatos
orales en la Corte Internacional de Justicia de La Haya y sustenta por qué cree
que son mínimas las posibilidades de que el Perú triunfe en su reclamo por una
delimitación marítima con Chile basada en una línea equidistante.
“Creo que las posibilidades de
que el Perú obtenga el triunfo son mínimas en lo que se refiere al reclamo
principal -una delimitación marítima basada en una línea equidistante- y algo
mayores, pero no muy grandes, en lo que se refiere al segundo, es decir, la
determinación de nuestra soberanía sobre el llamado triángulo exterior, que
está fuera de la zona marítima chilena y estaría dentro de la nuestra si ella
rebasara el paralelo de latitud”, señala la misiva.
Refiere que la tradición jurídica
y política peruana se contrapone a la formación de los jueces de la Corte de La
Haya, que dentro de unos meses dará su fallo final sobre la demanda peruana.
“No importa que el espíritu diga
una cosa si la letra, torcida por nuestro formalismo interpretativo, dice otra.
Por eso en la Colonia se decía “se acata pero no se cumple”. Por eso también
tenemos los peruanos una economía informal tan grande y un respeto tan escaso
por la legalidad”, apunta.
En relación a su tesis, Vargas
Llosa subraya que si aplicamos esta tradición jurídica a los documentos clave
del proceso de La Haya, entre ellos, la Declaración de Santiago de 1952 y el
Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima de 1954, podemos concluir que,
en efecto, no hay un tratado perfecto e integral, como lo hubiésemos hecho hoy,
de delimitación marítima con Chile.
No obstante, “para jueces que
prestan más atención a cómo entendían los firmantes lo que firmaban, cómo
actuaron esos gobiernos y los subsiguientes a partir de dichos documentos, y a
cuál era el espíritu, además de la letra, de esos solemnes papeles, será
extraordinariamente difícil concluir que no se acordó nunca una frontera
marítima”.
“Una revisión a vuelo de cóndor
de la jurisprudencia de la corte sugiere que a este tribunal le importa mucho
más si, a partir de los textos y la práctica derivada de ellos, se puede
interpretar que hay un acuerdo que el estilo, la amplitud, el detalle y las
formalidades de lo suscrito”, enfatiza.
Añade que ante la eventualidad de
fallar contra el Perú en su reclamo principal, la corte puede tratar de
“compensar” esa decisión dándonos el triángulo exterior, aunque ello “no es
demasiado probable”.
“Pero como los jueces no son
máquinas sino seres humanos, siempre cabe la posibilidad de que quieran
evitarle al Perú un revés sin contemplaciones y nos den esta zona buscando
argumentos jurídicos para ello”, arguye Vargas Llosa.
El hijo del premio nobel de
Literatura 2010, reflexiona que si se equivoca o no en su tesis, “lo esencial
de esta carta seguirá en pie: ha llegado la hora de que Torre Tagle dé un salto
mental muy grande. El Perú tiene que poner su política exterior a la altura de
su progreso económico y del mundo en que vivimos, que exige menos fronteras
psicológicas y más imaginación. Una forma de hacerlo es acelerar la integración
con nuestros vecinos”.
Reflexiona que Chile será el
primero en cruzar el umbral que va a la vanguardia de América en lo que se
refiere a su ímpetu en pos del desarrollo, y el Perú puede ser uno de los tres
o cuatro siguientes si logra acabar de incorporar a los de abajo a la
prosperidad.
“Ojalá que, si sufrimos un revés
en La Haya, no nos abandonemos al rencor y lo convirtamos en una oportunidad
para mostrarnos a nosotros mismos que hemos dejado atrás la infancia de la
república. En parte dependerá de ustedes”, concluye.
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