BUSCADOR

martes, 1 de julio de 2014

Dos historias, dos deudas pendientes: el protocolo del aborto terapeútico llega tarde para estas mujeres

El protocolo de aborto terapéutico por fin se aprobó en nuestro país y, aunque se trate de un gran paso adelante, para algunas mujeres llega tarde. Sus vidas podrían haber sido totalmente diferente si es que este protocolo hubiera sido aprobado antes. Sin embargo, están felices de que otras mujeres puedan, ahora, no tener que enfrentarse a la muerte o a daños irreparables por un embarazo de alto riesgo.
En el Perú dos casos han sido emblemáticos en la lucha por lograr la aprobación del Protocolo para el Aborto Terapeútico. Dos historias tristes pero también valientes, dos jóvenes mujeres que decidieron contar sus casos y emprender una lucha no solo por la aprobación del reglamento que permita el aborto en situaciones de alto riesgo sino  que se enfrentaron al Estado por el reconocimiento y pago de justa una reparación y es que la ausencia de una política clara les frustró la vida
Sus historias...
 L.C,  vive postrada desde hace siete años a una silla de ruedas debido a que se le negó el aborto terapéutico. Con apenas 13 años fue violada y, cuando sospechó que se había quedado embarazada, pensó hasta en quitarse la vida.
A la violación y al embarazo no deseado se sumó una terrible enfermedad agravada por la gestación. Por no recibir la intervención, LC no podrá volver a caminar y la critarura tampoco sobrevivió.
A pesar de todo, ella se muestra contenta al conocer la aprobación del protocolo. Sabe que ha contrubuído para que ello ocurra y claro que lo ha hecho.
“Para mí es una alegría inmensa, ya que gracias a mí y a otras mujeres que hemos denunciado al Estado peruano ante el Comité Cedaw (Naciones Unidas) hemos logrado que otras personas que puedan pasar por esto, Dios no quiera, puedan acceder al aborto terapéutico, procedimiento que se da para salvar la vida de la madre”, dice LC en una entrevista publicada en promsex.org.
LC espera ahora una reparación por parte del estado peruano. Explica que, debido al no haber recibido  el aborto terapéutico, tanto ella como su familia tienen que enfrentarse a unos gastos que, según dictaminó la CEDAW de las Naciones Unidas, debería cubrir el Estado peruano desde hace 7 años.
El de LC no es un caso aislado. Muchas son las mujeres que viven con penosas secuelas, víctimas de un embarazo de alto riesgo.
Le ocurrió también a Karen Llantoy. En el año 2001, esta joven peruana quedó embaraza y decidió tener al niño. Sin embargo, unos meses después le anunciaron que su bebe era anencefálico, es decir, carecía de hemisferios cerebrales y bóveda craneana, por lo que moriría durante el embarazo o apenas naciera.
Por esta razón y por recomendación del médico que le atendía, Karen decidió recurrir al aborto terapéutico. Sin embargo, cuando casi un mes después acudió a la clínica para ser sometida a un legrado uterino, el director del Hospital Arzobispo Loayza le comunicó que no iba a ser posible realizar la intervención porque contravenía los artículos 120 y 119 del Código Penal.
Tras esta negativa, la afectada decidió acudir a Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Después de estudiar el caso, este órgano de la ONU determinó que el Estado peruano “tiene la obligación  de adoptar medidas para evitar que se cometan violaciones semejantes en el futuro” y la “obligación de proporcionar a la autora un recurso efectivo, que incluya una indemnización”.
Al igual que ocurre con LC, el Estado peruano aún no ha cumplido esta obligación y desatiende las resoluciones emitidas por las Naciones Unidas en ambos casos. En octubre del 2012 las organizaciones Demus, Promsex y Cladem Perú le enviaron una Carta Abierta  al presidente Ollanta Humala quién desde entonces guarda silencio.
Los trastornos psicológicos de Karen fueron tan duros que, finalmente, la joven decidió salir del país para irse a vivir con su padre en el extranjero, en un lugar en el que pudiera empezar de cero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario